El
tiempo pasa, el café se enfría y otro año más que se ha consumido,
como la ceniza de un cigarro.
Al
comienzo del año 2012+1 me propuse muchas metas, la mayoría de las
cuales he logrado con esfuerzo, entusiasmo, optimismo... Por suerte
lo que me propongo suelo conseguirlo, y por ello cada año que pasa
me parece insuperable.
Ahora
tenemos por delante un nuevo año en blanco, en el que tenemos que
seguir luchando por lo que deseamos hasta quedarnos sin aliento. Sin
dejar de soñar, y sin mirar atrás si no es para recordar algo que
mereció la pena vivir. Que dentro de un tiempo no tengamos la
sensación de que aquello que queríamos no lo intentamos con todo
nuestro corazón, que no perseguimos un deseo o que no fuimos lo
suficientemente valientes para creer en nuestras propias palabras.
Tenemos ante nosotros un largo camino que atravesar, en el que sólo alcanzaremos el éxito si sabemos valorar aquello que nos hace felices durante el trayecto.
Y
yo para ser feliz le necesito. Necesito seguir
compartiendo con él las noches
de verano y el sol en las mañanas de invierno; endulzándonos la
vida con café y sonrisas. Los “te quiero” rompiendo cada uno de
nuestros silencios. Las caricias y los susurros.
Quiero
seguir siendo el compás por el que se mueve su cuerpo...
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