lunes, 26 de noviembre de 2012

Rutina.

Las 6:00. Paro el despertador sin dar lugar a una segunda repetición, como de costumbre. 
Coloco una taza de cappuccino en el microondas. Cierro y espero allí delante, durante un minuto exacto. Mientras espero, miro mi reflejo en la puerta negra del microondas, y me asusto al encontrarme allí, mirándome de frente con esas ojeras y esa misma cara de susto que asusta aún más. El microondas pita, abro, y cojo la taza. Mi reflejo me mira ahora con una cara de idiota que no se la aguanta. Me dice susurrando “tranquila, solo te veo yo”. Vale, ya me siento un poco mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario